jueves, 5 de diciembre de 2013

Etnias de Sonora, México



Los Guarijíos

Se autodenominan macurawe o macoragüi, término que significa "los que agarran la tierra" o "los que andan por la tierra". El término guarijío designa a los integrantes de este pueblo indígena que habita en el Estado de Sonora, y se encuentran relacionados con los yoreme.

Lingüísticamente pertenecen al grupo nahua-huitlalteco, tronco yuto-nahua, familia pima cora.

No existen muchas referencias sobre la historia de este grupo. Su presencia en documentos históricos es escasa y poco conocida. En términos generales, su historia queda entreverada y sujeta a referencias a través de los traumaras o de los mayos.

Los guarijíos viven en el sureste del Estado de Sonora en las faldas de la Sierra Madre Oriental, donde colindan los estados de Sonora y Chihuahua. El terreno es escabroso y con escasas planicies; por él cruzan varios arroyos y ríos, afluentes del río Mayo.

Las casas están hechas de adobe, con postes de madera y techos de tierra o de palma; constan de una o dos habitaciones y tienen una enramada anexa de varas, ramas y palma, ahí pasan la mayor parte de su tiempo pues el clima es cálido. Su asentamiento es disperso; las viviendas se encuentran en grupos de dos o tres casas en lo alto de los cerros, cerca de los arroyos o pozos de agua.

Dentro de los grupos de Sonora, los guarijíos son, seguramente, los que tienen en la actualidad mayor variedad artesanal. Sus artesanías son formadas con materiales naturales como palma, barro, ramas y fibras con las que hacen cestos, petates, sombreros, angarías o angarillas que son cestos hechos con tres aros de ramas trenzadas y una red de fibra natural que sirven para portar objetos colgados a la espalda. En San Bernardo se hacen máscaras de pascola y de algunos personajes relacionados con la fiesta de la cava-pizca; también hacen pájaros y otros animales silvestres con bellas combinaciones de colores, tallados en madera de torote. Fabrican y reparan instrumentos de cuerda como arpas, violines y guitarras, entre otros. La producción artesanal es de carácter familiar y recae en la mujer. Estos objetos son para uso doméstico o para su venta en tiendas de la región.

Poseen una gran religiosidad que combina elementos prehispánicos con católicos. No tienen espacios de cultos formales ni los visitan ministros religiosos.

Sus principales fiestas son:

Las tuguardas es la fiesta con mayor presencia a lo largo del año; un hombre guarijío debe realizar en su vida tres de estas fiestas y una mujer cuatro, por que se considera que ella es más propensa al pecado y debe pagar más por él.

Esta fiesta se hace por diversos motivos comunitarios además de fechas del calendario católico. En ellas el maynate o cantor entona los cantos; esta ceremonia inicia al caer el sol y termina hasta la madrugada del día siguiente; mientras él canta los participantes danzan.

La cava-pizca es la más importante en la vida religiosa de los guarijíos. En ella se reproduce su mundo natural y simbólico a través de la música, la danza, el teatro y la religión. Es una ceremonia en la que se celebra el ciclo agrícola anterior y se pide uno bueno para el año que inicia. De diciembre a mayo se realizan tres cava-pizcas, generalmente se hacen el día de san Isidro Labrador.


Los Mayos

Los actuales yoreme son los descendientes de los antiguos pobladores de la cultura de Huatabampo, perteneciente a una de las tradiciones culturales de Sonora.

Es el grupo más numeroso del Estado, con una población aproximada de 75,000 habitantes. Mantienen viva la lengua.

Se autodenominan yoreme “el que respeta la tradición” contrapuesto al yori “el que no la respeta”. Según una antigua leyenda de su tradición oral, la palabra mayo significa “la gente de la rivera”.

La región mayo se localiza en la parte sur de Sonora. Habitan los municipios de Álamos, Quiriego, Navojoa, Etchojoa y Huatabampo.

Se dice que los mayos tienen un tronco común con los yaquis, porque su lengua es parte de la familia taracahita del tronco Yuto Nahua, con semejanzas dialectales notables con la lengua yaqui y la lengua guarijío. La historia narra que los mayos fueron receptores dócilmente de las enseñanzas evangelizadoras españolas, adquiriendo al mismo tiempo conocimientos respecto de la agricultura y la crianza de animales domésticos. Con esta aceptación los pobladores de la antigua zona mayo fueron rápidamente asimilados a las costumbres de la época, con una paulatina pérdida de su organización social tradicional.

Su vivienda actual la construyen con adobe, block y/o ladrillo, ya que estos materiales son más resistentes a las torrenciales lluvias y ciclones que se presentan regularmente en la región y consiste en dos o más habitaciones dormitorio, un cobertizo de carrizo y una cocina con estufa a base de leña al lado de éste. En casi todas las casas mayo es constante ver una cruz hecha del corazón del árbol de palo fierro, la cual se coloca en el patio o al frente de la casa para protegerla de cualquier mal.

Esta cultura tiene para ofrecer al turista grandes atractivos culturales, naturales, históricos y tradiciones indígenas (yoremes), debido a su ubicación dentro del Mar de Cortés y las Barrancas del Cobre y El Fuerte. El trabajo artesanal no es una actividad fundamental en la economía mayo. Se producen cobijas, fajas de lana teñida tejidas en telar de cintura, ollas para agua, petates de carrizo o jipetas, canastas diversas, arpas y violines.

En sus ritos, cantos y danzas, el papel de la naturaleza es el del proveedor de su mundo, esto se expresa en el carácter que desempeñan sus danzantes como el venado y el pascola. Entres sus mitos de origen se encuentra aquel que relata como “Dios creo el oro para los yoris y los objetos de trabajo para los yoremes”.

En la época actual los mayos se distinguen de los mestizos en las comunidades, por el uso de la lengua materna y la celebración de sus fiestas religiosas, ya que el vestuario tradicional se ha perdido. La religión de los mayos se organiza en torno a los centros ceremoniales o pueblos tradicionales, formados por comunidades pequeñas congregadas en torno a su santo. Sus danzas representan leyendas propias del mayo, pues sus movimientos hacen una historia viva, representan a los animales del monte, sacrificios de éstos a manos del ser humano, y representan también al hombre libre con la naturaleza.

Los mayos son depositarios de una rica cultura de medicina tradicional que es practicada por los curanderos y curanderas de todas sus poblaciones. Además del uso de plantas, elaboran amuletos y en sus curaciones se mezclan la fe y la magia. Como un medio de preservar esta costumbre, las autoridades sonorenses de culturas populares han organizado encuentros de médicos tradicionales y se ha apoyado con recursos a algunos jardines botánicos exclusivos para la conservación de plantas medicinales en peligro de extinción. También cuentan con una farmacia de herbolaria donde los curanderos y pacientes pueden encontrar las plantas medicinales.

La vida ceremonial de los yoremes es de suma importancia, prácticamente todas las fiestas tienen vínculos con la Iglesia católica y su calendario litúrgico. En estas fiestas se expresan diversos elementos en espacios rituales delimitados según la ocasión y tipo de festividad: danzas, procesiones, orquestas, imágenes de santos, etcétera. Entre las fiestas más importantes se encuentran: Semana Santa, Santísima Trinidad, San José, San Ignacio de Loyola, la Santa Cruz, Virgen de Guadalupe, Día de Muertos y la Cuaresma.

Los Ópatas
Al igual que sus vecinos, los jovas y los eudeves, los ópatas ya han desaparecido como unidad étnica diferenciada.

El idioma ópata, es clasificado dentro de la familia yuto-azteca del grupo taracahitiano de la subfamilia sonorense, es ahora una lengua muerta. De 1950 en adelante no se han registrado hablantes y únicamente se conservan frases y palabras aisladas.

La palabra ópata significa “gente hostil” en lengua pima y era el término usado por éstos cuando se referían a los ópatas. El hábitat tradicional de los ópatas se localiza en el centro y noroeste de Sonora, sobre las cuencas altas de los ríos y Sonora.

Los ópatas no tuvieron artesanías propiamente dichas, exceptuando la cestería. Si hacían cerámica era principalmente para uso propio. Además fabricaban bateas y cucharas de madera. Los centros para las actividades religiosas del grupo ópata son los templos católicos. El santo más común entre los opatas es San Isidro Labrador, muy venerado en toda el área y patrón de varias aldeas.

Los Pápagos

Son comúnmente conocidos como “pápagos”, aun cuando se autodenominan tohono o’otham, “gente del desierto”. El término frecuentemente en español para referirse a este pueblo deriva de papawi o’otham, modo utilizado por sus vecinos los ópatas para describirlos de manera despectiva, ya que su traducción es “gente del frijol” o “frijoleros”. Esta etnia está emparentada con los hia’ched o’otham (también conocidos como areneños o pinacateños, por su entorno natural), y con los akimel o’otham, a quienes se les conoce como pimas gileños, por su residencia junto al río Gila.

La etnia se localiza en el desierto de los estados de Sonora y Arizona. Se distribuye en Caborca, Puerto Peñasco, Sáric, Altar y Plutarco Elías Calles, es un grupo binacional, cuya mayoría habita en Arizona. La lengua O’odham está estrechamente relacionada con el pima y ambos constituyen la rama pimana del yoto-nahua.

Las rancherías de los tohono ootham se componen de unas cuantas casas agrupadas sin un orden preestablecido; los poblados más grandes tienen un templo y una capilla. La vivienda tradicional es de planta cuadrangular, tiene muros de adobe, bajareque o piedras amalgamadas con barro; techos de paja o de carrizo y argamasa, que son planos con un cierto declive; los pisos son de tierra apisonada. Algunas habitaciones tienen ventanas, en ellas hay cajones y roperos de madera, camas de madera o de metal o tapexcos (catres).

Los pápagos elaboran artesanalmente figuras de madera tallada, piezas de alfarería y cestas. Su alfarería es rústica; la hechura de los recipientes incluye la recolección de la materia prima en los bancos de barro, el cual filtran y mezclan con arena muy fina y estiércol de vaca seco, cuecen las piezas en un horno con palos de choya.

Sus mejores y más finas piezas artesanales son las de cestería. Las "coritas", cestas y bandejas, de palmillo y torote (plantas del desierto que las mujeres colectan, preparan y tejen). Los pápagos se dicen católicos, tienen iglesias, y requieren en ocasiones de sacerdotes católicos. Celebran algunas fiestas cristianas y tienen un santo titular para cada pueblo; pero en realidad, su religión gira en torno al culto del “hermano mayor”, deidad que controla los elementos de la naturaleza.

Creen en las prácticas de brujería y magia; es usual que la gente tenga conocimientos médicos basados en la herbolaria y confían en los curanderos que la utilizan. Tienen muchos lugares sagrados y algunos ancianos conocen canciones ceremoniales muy antiguas que los jóvenes y adultos dicen no entender por estar dichas en pápago antiguo.

Las festividades más importantes son la ceremonia denominada Vikita y la fiesta de San Francisco. La primera se realiza en el plenilunio de julio, con la finalidad de pedir las lluvias. El ritual se divide en varias partes: una procesión por el pueblo de Quitovac, para que los personajes ritualistas reciban ofrendas de las familias, y en el terreno ceremonial, una danza que se desarrolla durante toda la noche; finalmente una especie de representación mítico-teatral.

Por otra parte, se lleva a cabo también la fiesta de San Francisco, que tiene lugar en San Francisquito, Sonoyta, Quitovac y Magdalena. El personaje festejado por la etnia es en realidad San Francisco Javier, devoción promovida por los jesuitas, sólo que se le conmemora en la fecha impuesta por la orden franciscana.







 

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